Reencarnación y karma

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Reencarnación y karma

Comprendiendo al Ser mediante el Árbol de la Vida Personal
Publicado de Ricard Barrufet en Filosofía existencial · 20 Enero 2016



Alguna de las conclusiones a las que se suele llegar cuando se reflexiona sobre la muerte y su posible devenir en el más allá, es la enorme injusticia que supondría el hecho de que en una sola vida, que en ocasiones puede ser muy corta, se decidiera algo tan sumamente importante como es el destino eterno para un alma. Sobre todo si tenemos en cuenta que no todos gozamos de las mismas oportunidades, es decir, hay quien viene a este mundo en un entorno familiar favorable, acomodado, con bienestar y educación; y otros en cambio lo hacen en un entorno muy desfavorable, rodeados de miseria y desesperación. Son situaciones tan dispares las unas de las otras que para muchos resulta del todo inconcebible que los actos de unos y otros puedan llegar a ser "juzgados" por igual y sin posibilidad de remisión.



El concepto de Reencarnación o Renacimiento se nos presenta en este sentido como un elemento clave que nos permite comprender la existencia de una realidad mayor que va mucho más allá del tiempo y del espacio en el que vivimos.

Si aceptamos la posibilidad de la Reencarnación del alma como mecanismo natural de evolución, y enfatizo la palabra evolución para recalcar que las personas no pueden renacer en cuerpos inferiores (como en el de un animal) puesto que ello supondría una clara involución que iría en contra del mismo principio; será necesario entonces complementar este concepto con el del Karma. Ambos supuestos son inseparables y ofrecen una perspectiva conjunta sobre la necesidad de tener que vivir muchas vidas y bajo muy diversas situaciones (sociales, culturales, económicas, familiares...), con el único fin de adquirir un conocimiento vivencial lo suficientemente elevado como para poder alcanzar el tan anhelado Nirvana, Cielo o Paraíso.



La palabra Karma se traduce literalmente del sánscrito como "Acción", pero a lo que este término alude en realidad es al principio de Causalidad (Causa-Efecto). Karma significa que toda Acción conlleva una Reacciónproporcionada destinada a recuperar el equilibrio perdido. Esto es tan válido para las buenas como para las malas acciones. Se trata de una Ley de máxima Justicia Universal a la que todos estamos sujetos y que nadie puede eludir, pues actúa del mismo modo en que actúan todas leyes de la naturaleza, como la gravedad. No se trata por tanto de ningún castigo divino sino de una compensación natural que en el contexto habitual en el que suele emplearse este término, consiste en equilibrar daños causados.

El karma nos sitúa por tanto en un "escenario" en el que seamos o no conscientes de ello, nosotros somos los únicos responsables de todo lo que nos sucede en la vida. Es decir, que todas nuestras vivencias están estrechamente ligadas a un sinfin de causas y efectos que nacen de nuestras propias intenciones, voluntades, pensamientos, emociones, decisiones y acciones; tanto de la vida actual, como de anteriores existencias.



Reencarnación y Karma son dos conceptos que permiten comprender que todo lo que tiene lugar en nuestras vidas no es producto del azar sino de la causalidad. Algunas de nuestras relaciones personales más cercanas están sujetas a lazos kármicos que en el transcurso de nuestras vidas deberíamos ir resolviendo. Esto puede explicar muchas situaciones que nos suceden sobre todo en nuestro entorno familiar, así como comprender que la injusticia no existe en sí misma, ya que muchas de las "desgracias" que padecemos hoy, responderían a "deudas" contraídas con anterioridad.

Las muertes a temprana edad pueden igualmente obedecer a aspectos kármicos del pasado, o a un propósito de vida específico destinado a hacer comprender determinadas lecciones de vida. No siempre es necesario tener que encontrar una respuesta para cada acontecimiento, a menudo lo mejor es simplemente confiar. Como también es importante no caer en el error de la inacción en la ayuda al prójimo con el pretexto de no querer interferir en los procesos kármicos de los demás. Los actos de amor solamente pueden ir en beneficio de las personas, jamás en su contra.



Integrar los principios de Renacimiento y Causalidad en nuestras vidas significa por tanto asumir un mayor grado de responsabilidad. Habrá quien todavía siga prefiriendo echarle la culpa de todo a los demás o incluso a Dios, pero esta actitud un tanto infantil que por tanto tiempo hemos ido mantenido por comodidad, tarde o mtemprano deberá llegar a su fin. Estamos ya en una nueva era, es el momento de nuestra emancipación espiritual, un tiempo que en términos cristianos se corresponde con la tan anunciada "Parusía": la 2ª venida de Cristo. Una venida que llega a nuestras vidas cuando permitimos que la energía crística invada todo nuestro Ser y lo colme de Amor, Bondad y Reconciliación.

Quien asuma como verdaderos los conceptos de Reencarnación y Karma, podrá dar respuesta a muchas preguntas concernientes tanto a su vida como a su muerte, aceptándolas como algo natural y necesario que se repetirá muchas veces a lo largo de su recorrido conciencial evolutivo, antes no consiga regresar a su verdadero Hogar.


Autor: Ricard Barrufet



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