Acompañamiento al final de la vida
Publicado de Ricard Barrufet en Filosofía existencial · 4 Octubre 2015
Entendemos por Acompañamiento al acto de estar junto a la persona que se encuentra en el tramo final de su vida. Este acompañamiento suele darse generalmente por parte de los familiares y amigos y merece la pena recalcar que su sola presencia tiene un enorme valor a nivel emocional, psicológico y espiritual.
El final de la vida tiene la misma importancia que su inicio, la misma trascendencia. Es la culminación de una Vida y el hecho de que los más allegados se encuentren junto a esa persona favorece de un modo inimaginable a que este proceso transcurra de manera mucho más serena y tranquila.
En un Acompañamiento conviene tener presentes algunos aspectos con la finalidad de favorecer un clima apropiado. Lo primero sería comprender que el acompañante no tiene porque tratar de asumir ningún rol en particular más allá del simple hecho de saber estar, ofreciendo una escucha activa y mostrando todo el afectoque se tenga hacia esa persona. Es muy reconfortante para el enfermo recibir muestras de cariño tanto verbales como de contacto físico, cogerle de la mano, acariciarle delicadamente la cabeza y el pelo...
El final de la vida tiene la misma importancia que su inicio, la misma trascendencia. Es la culminación de una Vida y el hecho de que los más allegados se encuentren junto a esa persona favorece de un modo inimaginable a que este proceso transcurra de manera mucho más serena y tranquila.
En un Acompañamiento conviene tener presentes algunos aspectos con la finalidad de favorecer un clima apropiado. Lo primero sería comprender que el acompañante no tiene porque tratar de asumir ningún rol en particular más allá del simple hecho de saber estar, ofreciendo una escucha activa y mostrando todo el afectoque se tenga hacia esa persona. Es muy reconfortante para el enfermo recibir muestras de cariño tanto verbales como de contacto físico, cogerle de la mano, acariciarle delicadamente la cabeza y el pelo...
Conviene comprender que la persona que se enfrenta a la muerte pasa por un intenso proceso que podemos identificar en mayor o menor medida con una serie de fases o etapas (basado en estudios realizados por la Dra. Elisabeth Kübler-Ross) algo parecidas a las que se suceden en los procesos de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
Antes de llegar a alcanzar la plena aceptación en la que el enfermo en muchas ocasiones llega a convertirse en un verdadero maestro espiritual para el acompañante, las fases precedentes pueden no ser tan gratas puesto que a menudo suelen venir acompañadas de sentimientos y emociones como el resentimiento, el enfado y la incomprensión. Las palabras de gratitud, de amor y de perdón son de enorme valor en estos instantes y poder expresarlas será bueno para todos.
La SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos) y la misma OMS (Organización Mundial de la Salud), se refieren a los Cuidados Paliativos como: "una atención en la que se intenta mejorar la calidad de vida de los pacientes y familia enfrentados a la enfermedad terminal mediante la atención y el alivio del sufrimiento por medio de la correcta valoración y tratamiento del dolor y de otros problemas físicos, psicológicos y espirituales".
Antes de llegar a alcanzar la plena aceptación en la que el enfermo en muchas ocasiones llega a convertirse en un verdadero maestro espiritual para el acompañante, las fases precedentes pueden no ser tan gratas puesto que a menudo suelen venir acompañadas de sentimientos y emociones como el resentimiento, el enfado y la incomprensión. Las palabras de gratitud, de amor y de perdón son de enorme valor en estos instantes y poder expresarlas será bueno para todos.
La SECPAL (Sociedad Española de Cuidados Paliativos) y la misma OMS (Organización Mundial de la Salud), se refieren a los Cuidados Paliativos como: "una atención en la que se intenta mejorar la calidad de vida de los pacientes y familia enfrentados a la enfermedad terminal mediante la atención y el alivio del sufrimiento por medio de la correcta valoración y tratamiento del dolor y de otros problemas físicos, psicológicos y espirituales".
Atender el sufrimiento existencial es en estos casos tan importante como atender las necesidades de bienestar físico, psicológico y emocional.
Cuando hablamos de Acompañamiento espiritual nos referimos a la atención recibida (siempre y cuando se detecte esa necesidad) por parte de un miembro del propio equipo médico, de un familiar, un sacerdote o de alguna otra persona externa pero que en cualquier caso disponga de la sensibilidad y los conocimientos necesarios como para establecer una comunicación con el enfermo con la finalidad de tratar de acompañarlo con el mayor de los respetos a la autoafirmación o restitución de su bienestar espiritual.
Un acompañamiento espiritual implica tener que tratar diferentes aspectos de naturaleza muy íntima como son las creencias religiosas o espirituales, sentimientos de culpa que pudieran aparecer, necesidades de reconciliación con uno mismo y con otras personas, encontrarle un sentido a la vida y al sufrimiento o hablar de los diferentes miedos relacionados con la muerte, entre otros.
Respecto a los miedos hay varios tipos, el más común suele ser el miedo al dolor y al sufrimiento físico. Afortunadamente hoy en día este temor va disminuiendo gracias a unos cuidados paliativos que consiguen eliminar prácticamente toda sensación de dolor hasta el mismo momento de expirar.
Cuando hablamos de Acompañamiento espiritual nos referimos a la atención recibida (siempre y cuando se detecte esa necesidad) por parte de un miembro del propio equipo médico, de un familiar, un sacerdote o de alguna otra persona externa pero que en cualquier caso disponga de la sensibilidad y los conocimientos necesarios como para establecer una comunicación con el enfermo con la finalidad de tratar de acompañarlo con el mayor de los respetos a la autoafirmación o restitución de su bienestar espiritual.
Un acompañamiento espiritual implica tener que tratar diferentes aspectos de naturaleza muy íntima como son las creencias religiosas o espirituales, sentimientos de culpa que pudieran aparecer, necesidades de reconciliación con uno mismo y con otras personas, encontrarle un sentido a la vida y al sufrimiento o hablar de los diferentes miedos relacionados con la muerte, entre otros.
Respecto a los miedos hay varios tipos, el más común suele ser el miedo al dolor y al sufrimiento físico. Afortunadamente hoy en día este temor va disminuiendo gracias a unos cuidados paliativos que consiguen eliminar prácticamente toda sensación de dolor hasta el mismo momento de expirar.
Otro de los temores más generalizados sobre todo por las personas que viven solas tras haber perdido a su cónyuge, es el miedo a morir solo. Este miedo resulta mucho más perturbador en su día a día que cualquier otro miedo y por este motivo resulta tan importante que los familiares tomen consciencia del incalculable valor que supone para esa persona estar junto a ella.
Existe también el miedo a lo desconocido, a lo que pueda venir después, al más allá. Para las personas creyentes en una u otra religión este miedo podría llegar incluso a desaparecer si encuentran en su Fe la esperanza y la confianza necesarias para afrontar su devenir con el convencimiento de que su muerte no es otra cosa que un traspaso a otra realidad, un renacimiento al mundo espiritual o un regreso al hogar.
Para las personas agnósticas, ateas o que simplemente no crean en la existencia de ninguna clase de vida tras la muerte física es más probable que sientan este temor a lo desconocido de una forma más acusada. A estas personas puede ayudarles el hecho de reflexionar sobre su vida, y otorgar un especial valor a su legado: sus obras, su trabajo realizado, sus hijos, nietos, seres queridos... y a todo aquello que pueda darle en definitiva mayor significado a su vida. Sentirse realizado y querido son indudablemente los mejores sentimientos con los que uno puede concluir su ciclo vital y dejarse ir.
Morir es un proceso en el que cada persona debe ir asumiendo las múltiples pérdidas que se le irán sucediendo una tras otra (pérdidas físicas, emocionales, cognitivas...) y que cada cual vivirá a su manera, con mayor o menor resistencia, mayor o menor aceptación... pero conviene recordar que todos viviremos este proceso como probablemente la mayor lección de nuestra vida, así es que una buena manera de prepararse es iraprendiendo a soltar, a desapegarse de lo superfluo para que en última instancia, podamos llegar a saber trascender en paz.
Existe también el miedo a lo desconocido, a lo que pueda venir después, al más allá. Para las personas creyentes en una u otra religión este miedo podría llegar incluso a desaparecer si encuentran en su Fe la esperanza y la confianza necesarias para afrontar su devenir con el convencimiento de que su muerte no es otra cosa que un traspaso a otra realidad, un renacimiento al mundo espiritual o un regreso al hogar.
Para las personas agnósticas, ateas o que simplemente no crean en la existencia de ninguna clase de vida tras la muerte física es más probable que sientan este temor a lo desconocido de una forma más acusada. A estas personas puede ayudarles el hecho de reflexionar sobre su vida, y otorgar un especial valor a su legado: sus obras, su trabajo realizado, sus hijos, nietos, seres queridos... y a todo aquello que pueda darle en definitiva mayor significado a su vida. Sentirse realizado y querido son indudablemente los mejores sentimientos con los que uno puede concluir su ciclo vital y dejarse ir.
Morir es un proceso en el que cada persona debe ir asumiendo las múltiples pérdidas que se le irán sucediendo una tras otra (pérdidas físicas, emocionales, cognitivas...) y que cada cual vivirá a su manera, con mayor o menor resistencia, mayor o menor aceptación... pero conviene recordar que todos viviremos este proceso como probablemente la mayor lección de nuestra vida, así es que una buena manera de prepararse es iraprendiendo a soltar, a desapegarse de lo superfluo para que en última instancia, podamos llegar a saber trascender en paz.
Autor: Ricard Barrufet