Llama Gemela y Alma Gemela. Una interpretación Cabalística

Comprendiendo al Ser
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Llama Gemela y Alma Gemela. Una interpretación Cabalística

Comprendiendo al Ser mediante el Árbol de la Vida Personal
Publicado de Ricard Barrufet en Cábala Práctica · 2 Octubre 2018


Sabemos que el ser humano es, en lo más puramente esencial, una chispa divina del Gran Fuego Cósmico o Dios, en cuyo seno habitan tres grandes fuerzas primordiales, también descritas en la mayoría de religiones como la tríada sagrada del Padre-Hijo-Espíritu Santo, Brahma-Shiva-Visnú o Atma-Budhi-Manas, que constituyen una sola Unidad. Así vemos por ejemplo en el libro del Génesis que Adán, el Primer Hombre, fue hecho a imagen y semejanza del Padre Creador de todas las cosas, del mismo modo que Eva, la Primera Mujer, fue hecha a partir de una costilla de Adán.  

Esta analogía queda perfectamente reflejada en el Árbol de la Vida de la Cábala, donde la primera esfera, Kether, situada en el centro del Árbol, engendra una segunda esfera, Jokmah, en representación del Principio Masculino, de la que emana una tercera esfera, Binah, el Principio Femenino, conformando las tres esferas una sola Unidad, en lo que se conoce por la Tríada del espíritu o mónada espiritual, cuyas fuerzas polares quedan perfectamente equilibradas.



 
                                      
Tenemos por otro lado la 7ª Ley Hermética que nos habla del Género, y nos dice que “el Género está en todo; todo contiene los principios masculino y femenino; el género se manifiesta en todos los planos de la realidad”.

Es decir, que no solo encontramos el género masculino y femenino en la Tierra, el plano físico, sino que el Género también está presente en los demás planos dimensionales. Fijémonos que todos los antiguos panteones atribuyen a cada dios su contraparte femenina, como es por ejemplo el caso de Osiris e Isis en la civilización egipcia; Zeus y Hera en el Olimpo griego o Shiva y Kali en la tradición hindú. Lo mismo ocurre en todas las obras mitológicas, donde personajes como Orfeo o Ulises precisan de sus respectivas esposas Eurídice y Penélope, para que sus epopeyas tengan sentido. Y en el ámbito de la literatura romántica, todos tenemos en mente a Romeo y Julieta como el mayor exponente arquetípico de lo que representa un idílico romance. Es decir que el género está presente en los tres grandes reinos, como es el mundo del Espíritu, el mundo del Alma y el mundo de la Personalidad.



 

Así es que nuestra mónada espiritual es andrógina por definición, ya que alberga esta doble naturaleza masculina y femenina en perfecto equilibrio y comunión. Sin embargo, en el preciso instante en que decidimos abandonar nuestra órbita celeste para descender a los mundos manifestados y experimentar la dualidad (la famosa salida del Paraíso), esta Sagrada Unión Cósmica quedó fragmentada en dos Rayos flamígeros o Llamas Gemelas que fueron a parar a lugares muy distantes entre sí, obligándolas a tener que recorrer el Camino de Retorno al Hogar por separado.

En este largo proceso de expansión de la conciencia a través de la experiencia, cada Llama Gemela viene al mundo una y otra vez bajo un mismo género, debido a que su contraparte espiritual ya lo está haciendo en algún otro lugar con el género opuesto. Esto no significa que el alma solo pueda encarnar en un solo género, ya que en ocasiones es preciso adoptar el género opuesto para poder sanar determinados aspectos kármicos que quedaron pendientes, pero salvo este tipo de casos, lo habitual es especializarse en un solo género: masculino o femenino.



 
 
O sea, que todos tenemos una Llama Gemela del género opuesto habitando en algún otro lugar o plano de la realidad, que es parte integrante de nuestro propio Ser, pero que al recorrer Caminos Evolutivos distintos, apenas nunca se produce un encuentro físico en el mundo terreno.

Cada Llama Gemela pertenece además a una familia álmica diferente, en cuyos Planes de Causación se prioriza el “trabajo” de cada miembro en relación al grupo, postergando de este modo un posible reencuentro con la Llama Gemela de manera casi indefinida. Por otro lado esto significa que las personas más importantes de nuestra vida: padres, hijos, hermanos, otros familiares allegados, amigos íntimos y también la pareja; son seres muy queridos por nosotros porque pertenecen a nuestra gran familia álmica (mucho mayor en número que cualquier familia terrena), y es con ellos con quienes intercambiamos multitud de roles en sucesivas vidas, compartiendo todo tipo de vivencias y experiencias, aunque no todas armoniosas, porque en este proceso evolutivo también hay aprendizajes dolorosos, pero que en cualquier caso van generando lazos de amor cada vez más fuertes.



 
 
Así decimos de una persona que es nuestra Alma Gemela, porque sentimos y reconocemos en ella ese vínculo de amor tan especial, fruto de innumerables existencias compartidas, que sobrepasa con creces lo que habitualmente se conoce por “Espíritus afines”. El Alma Gemela tanto se nos puede aparecer en la vida en forma de pareja, de hijo, de hermano e incluso de amigo, porque se trata de vínculos afectivos muy antiguos que nos brindan mucha felicidad y conocimiento en cada existencia. También a nivel de pareja el Alma Gemela puede proporcionar experiencias altamente profundas e intensas, pues aunque no consiga alcanzar el mismo grado de unión cósmica que produce la Llama Gemela, este tipo de relación confiere mucha estabilidad emocional, lo cual permite que la persona pueda ir explorando otras áreas de la vida y seguir avanzando en su particular Camino Evolutivo. Así es que los encuentros con un Alma Gemela no solo son habituales, sino que inciden de un modo muy positivo en la vida de cada persona, y son muy beneficiosas para el alma en su desarrollo espiritual.

 

 
 
El encuentro con la Llama Gemela es en cambio muy poco frecuente, porque no pertenece al mismo grupo álmico, aunque en ocasiones se nos permite vivir esta experiencia con el fin de experimentar emociones y sentimientos completamente inusuales, porque no existe ningún otro ser en todo el universo que sea capaz de generar esas mismas sensaciones. A diferencia de lo que ocurre con las Almas Gemelas, el reencuentro con la Llama Gemela únicamente puede aparecer en nuestra vida en forma de pareja sentimental, porque solo una relación de igual a igual permite descubrir aspectos de la polaridad de género a nivel físico, emocional, mental y espiritual que no se dan en los demás vínculos afectivos. El reencuentro con la Llama Gemela provoca el más alto nivel de conexión interdimensional que pueda darse entre dos personas, lo cual permite vivir experiencias tan fascinantes y desconocidas para el alma como es esa indescriptible sensación de eternidad y plenitud a todos los niveles, que trasciende todo el imaginario colectivo asociado al romanticismo y la pasión. El reencuentro con la Llama Gemela es una experiencia espiritual sumamente excepcional, porque nos traslada a las más altas esferas de la existencia, donde uno rememora esa antigua Unión Divina en la que las dos Llamas permanecieron unidas durante eones como Un solo Espíritu puro.

 

 
 
Se trata por tanto de una relación que toca los extremos, en el sentido de que la persona tanto puede alcanzar los mayores estados de felicidad y éxtasis divino, como sumergirse en la más profunda tristeza, melancolía y desesperación. Es decir, que cuando todavía no existe una suficiente madurez espiritual, estos encuentros suelen ser muy perturbadores para el alma, debido a que al quedar completamente deslumbrada y absorta en la contemplación de su consorte espiritual, esta pierde de vista su dimensión terrena, pudiendo llegar incluso a eludir su Propósito de Vida. Son relaciones que no suelen prosperar en el plano físico, porque hasta que cada individuo no logre primero equilibrar y armonizar estas mismas fuerzas polares internamente dentro de sí, la energía que mueve el reencuentro con la Llama Gemela es tan apabullante, que sus efectos son bien difíciles de gestionar a nivel terrenal.
 
No obstante, tal y como nos muestra la esfera oculta Daat, del Árbol de la Vida, esta Unión Divina acabará produciéndose tarde o temprano en el transcurso de nuestro Camino de Retorno al Hogar, mucho antes incluso de llegar a reunirnos con la Llama Triple de Amor, Voluntad y Sabiduría que alberga nuestro Ser en la más alta esfera de la Vida, porque cada Llama Gemela está predestinada a encontrarse y unirse nuevamente para irradiar la Luz Divina del Espíritu que emana de esta Gran Unión Cósmica.

 

 

A modo de conclusión podría decirse, que tan necesarios son los encuentros con las Almas Gemelas, como lo es sin duda la unión definitiva a nuestra Llama Gemela, puesto que ambos vínculos nos remiten a dos mundos internos del Ser, el mundo del Alma y el mundo del Espíritu, dos niveles de aproximación al Ser Único, que al estar muy distantes entre sí, no conviene anticipar acontecimientos futuros hasta que no hayamos alcanzado el suficiente grado de desvelo espiritual.

Ver vídeo en Youtube: https://youtu.be/5xr_Gtg8t5A

Ricard Barrufet Santolària


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